sábado, 2 de abril de 2011

IV DOMINGO DE CUARESMA - CICLO A - "Jesús es Luz y sentido"



La curación del ciego (1567) por el Greco.


1. Las lecturas 



El domingo de la luz: Si el domingo pasado se centraba en el signo del agua, el presente se centra en la luz. El cristiano está llamado a la luz, a la luz de la fe. Dios ilumina al profeta para ungir al escogido. El profeta no puede dejarse llevar por las apariencias humanas sino por la inspiración de Dios. David descubre su misión (1 lect.). El que cree y confía en la palabra de Jesús llega a la luz. Es el caso del ciego (Ev.). La luz pone al descubierto las cosas. La luz pide permanecer en un comportamiento de vida, obrando según las obras que agradan a Dios (2 lect.).


1S 16,1b.6-7.10-13a: David es ungido rey de Israel.
Sal 22,1-3a.3b-4.5.6: El Señor es mi pastor, nada me falta.
Ef 5,8-14: Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.
Jn 9,1–41: Fue, se lavó y volvió con vista.
o bien, más breve
Jn 9,1.6-9.13-17.34-38: Fue, se lavó y volvió con vista.

2. Comentario a las lecturas

El Cuarto Domingo de Cuaresma nos concentra en la Curación del Ciego de nacimiento en la narración del evangelista San Juan.
Jesús es Luz para todo aquel que lo acoja en su propia oscuridad. En realidad, nuestra visión permanece distorsionada si no somos introducidos a la luz que es la persona misma de Jesús, el Señor.

Miramos con ojos muy materiales. El profeta Samuel, tan amigo de Dios, no logra individuar de primer intento, quien sería el elegido de Dios para gobernar a Israel. Dios guía ("ilumina" ) al profeta y le dice quien habría de ser el Ungido de Dios (el consagrado). David, -el Ungido de Yavhé- no estaba en las expectativas de  Samuel que miraba en el posible candidato fuerza, buena presentación. Dios elige a un jovencito.


EL ciego de nacimiento no conoce la luz. Su vida siempre ha sido oscura porque en ella desde un comienzo, la luz no era. Jesús se vale de la misma materia -barro-, y de la saliva para sugerirnos que las mismas realidades materiales bajo la intervención de Dios, logran resultados que superan la materia y sus condicionamientos.

Dios tiene una Palabra y tiene una Fuerza que le permite doblegar el sentido finito e inexorable de la realidad terrenal. Lo terreno, las cosas, están como mediación para conseguir libertad interior y abrirse al misterio de Dios: Padre, Hijo Encarnado-Muerto-Resucitado y Espíritu Santo.

La luz que dona Jesús es la Fe. Esa disposición a aceptar en el cotidiano de nuestra experiencia que Dios -por Jesucristo- decide y participa de todo lo creado con justicia y equidad. La fe es más que un sentimiento. Es certeza cercana de una fidelidad a la propia vida, de un cariño inmerecido ante la propia fragilidad que solicita una elección, una toma de posición que conduce a un estilo de vida alternativo al que uno cultiva desde el condicionamiento cultural.

La fe es establecer una relación de amistad con Jesucristo y ser iniciados a un camino de veracidad sobre sí mismo y el cumplimiento de la propia vida en un amor que se apoya en la exigencia de autenticidad, servicio, solidaridad y justicia.

La luz necesita ser alimentada para que no se apague. El sentido trascendente de cada una de nuestras vidas, necesita ser reafirmado cada día y cada semana en el seno de nuestra comunidad parroquial. Secundar el movimiento de la fe en la propia vida, induce a tomar decisiones siempre en diálogo secreto y silencioso con el Señor Jesús.

Que el Señor nos conceda a todos, la gracia de saber reconocerlo y de aceptar su presencia en nosotros y por medio de nosotros. La CUARESMA nos purifica de otras realidades que quieren ser un dios en nuestra vida, para que nos convirtamos al único Dios que da vida.

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