Ex 17,3-7: Danos agua de beber.
Sal 94,1-2.6-7.8-9: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Rm 5,1-2.5-8: El amor de Dios ha sido derramado en nosotros con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Jn 4,5-42: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
o bien, más breve
Jn 4,5-15.19b-26.39a.40-42: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
2. EL COMENTARIO
Este texto de San Juan contiene varios símbolos. Los símbolos se valen de realidades naturales, concretas y perceptibles por los sentidos para introducir en el conocimiento de realidades espirituales que no se ven o palpan inmediatamente.
Jesús solicita a una mujer pagana que le dé de beber. La situación de enemistad entre samaritanos y judíos no es casual en el texto de San Juan. Había una experiencia de Dios -la de los judíos de Israel- que excluía a otros pueblos de la Alianza con Dios, de su sentido y finalidad como pueblo y como personas. Los samaritanos también se sabían convocados por la misma salvación, pero la celebraban dentro de las fronteras de su nación.
Jesús, judío de nacimiento, no se muestra adversario ni enemigo de la samaritana. Al contrario, pedagógicamente la aproxima a la cercanía del misterio de Dios que se encuentra en su misma Persona. La mujer necesitada de Dios y de su luz, también para conocer con claridad mayor la irregularidad de su comportamiento moral, se va abriendo a Jesús y a su mensaje: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva. »
va a conocer que Dio no se encierra ni se reduce en ningún santuario físico y que supera toda limitación material de su relación con cada persona. Dios no conoce los límites de la materia para llegar al con razón del hombre, sin embargo, se detiene ante el límite de una libertad que no lo acepta. Entonces, Dios, como enamorado sin razón, no se detendrá hasta superar la sordera o ceguera de la persona que lo ignora o rechaza. Con lazos de amor buscará vencer su obstinación.
Se trata de adorar a Dios en espíritu y en verdad: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto soy deben hacerlo en espíritu y verdad.»
El progresivo crecimiento de la samaritana la abre a la fe. Es decir, la abre al conocimiento del Mesías, el Cristo en la misma y única persona de Jesús de Nazareth. La Humanidad de Jesús no obstaculiza sino que introduce y revela la divinidad poco a poco.
Jesús quiere abrevar de la fe de la samaritana. Su sed no es del agua material; tiene sed de la adhesión de amor de la samaritana a la revelación de Dios en la palabra y en la acción de su Mesías, el Señor Jesús.
Que Dios tenga sed de nuestro asentimiento para vivir una vida en Dios es una expresión única de amor de misericordia. Somos amados más allá de los méritos o deméritos, somos amados porque originados en Dios que es solo y siempre Amor.
Cuanto dista aún de que la tierra se vea así misma transformada por los esfuerzos de amor de los hijos de un Dios que no se cansa de los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario