Jean Valjean, el ex-presidiario de "Los Miserables", queda sobrecogido ante el gesto gratuito del Obispo, a quien había desvalijado de su menajería de plata. El Obispo, ante la policía deseosa de llevarse al reincidente ladrón, finge reconocer como si fuera un viejo amigo al sorprendido ladrón, evitándole así el castigo de la prisión. Luego, le regala dos candelabros de plata para que pueda rehacer su vida. En esta experiencia que permite el cambio de vida de Jean Valjean en Monsieur Madeleine. La persecución que habrá de sufrir de manos del Jefe de la Policía - Javert- lo pondrá en mil situaciones complicadas en las que el buen Jean Valjean estará apoyando a unos, soportando a otros, escondiéndose de terceros. Al final, el Capitán Javert, queda desconcertado ante el hecho de que "Jean Valjean", sí es un hombre bueno. Que la prisión no lo embruteció ni lo hizo mezquino ni egoísta. Su tesis del hombre incapaz de regeneración - de redención- caía por los suelos. Su muerte por propia mano sellará la coherencia de su incredulidad. Jean Valjean también morirá, pero rodeado del afecto de los que ha querido y por quienes aceptó sufrimientos y escarnios.
El gesto del Obispo ante el hombre desesperado salido de la prisión sin amigos y sin esperanzas había generado una cantera de esperanza en el corazón del otrora presidiario. Esta trama de Los Miserables, es un elogio a la eficacia humilde y tenaz del perdón entregado gratuitamente. Sólo el perdón libera a quien se halla esclavo de alguna pasión u opresión. Jean Valjean, será misericordioso porque recibió misericordia. Javert, incrédulo ante toda posible redención, la rechazará inclusive para sí mismo. El orgullo y el desamor no logran ver más allá del límite que ellos mismos crean. Al final, se enloquece y se desprecia la vida.
2. Un Domingo redentor
No es novedad que cada DOMINGO celebremos nuestra redención. ¡Dies Domini est! Lo que es singular es el fuerte énfasis que las lecturas aplican a la actitud misericordiosa de Dios. Dios en su perdón, siempre es excelente y nunca es humillante. La parábola del padre misericordioso es ejemplar.La actitud del hijo menor es de total ausencia de responsabilidad. Se vuelve responsable cuando recapacita ante su necedad y retorna al padre que lo generó a la vida. Se humilla porque vuelve no como hijo sino como un despilfarrador "ya no merezco llamarme hijo tuyo... trátame como a uno de tus obreros" , llegará a decir. El despilfarro de los bienes del padre lo inhabilita para ejercer su propia dignidad.
Así pasa con nuestras vidas. Ellas son don de Dios en todos sus aspectos. No pocas veces las empleamos con tal presunción de absoluta autonomía que no excedemos y obramos desacertadamente. De modo egoísta, banal y estrechamente sensual. En esas circunstancias, "despilfarramos la riqueza recibida en la vida recibida gratis".
3. Un perdón que eleva
Nada más gratificante que saberse amado. Nos da seguridad, el sentimiento del cariño que significa estima, elogio, contento de que la propia vida esté en el escenario de otros sujetos, de otras personas, nos condiciona para crecer, para existir, para encontrarle sentido a la vida y a sus fatigas.
La carrera que da el padre misericordioso para salir al encuentro del hijo "perdido" denota la lógica del amor de misericordia. El hijo había perdido no solo bienes económicos. En realidad, se había perdido a sí mismo, a su orientación existencial, a su para qué vivo. Tomaba decisiones erróneas porque alejadas de la benéfica sombra del Padre y de su perenne llamada a un amor mejor, a un amor más total, se habían enfangado en la complacencia de sí mismo, en el egoísmo y en la lujuria.
Recuperar al hijo perdido, es readmitirlo a la relación de filiación y de fraternidad. El hijo mayor no quiere saber nada de esa fiesta en favor de dilapidadores. Aunque sea su hermano menor. Es alguien que ha infligido la norma. Alguien que ha hecho lo que ha dado la gana y del peor modo... el hermano mayor, no está reconciliado y mucho menos, no está redimido. Hay ausencia de perdón también en su corazón, hay saciedad de cosas, pero ausencia de afectos y de pertenencia.
4. El Buen Pastor
La Iglesia ha conocido desde temprana era, la similitud entre el Señor Jesucristo y la actitud benévola y sacrificada del Buen Pastor: la oveja descarriada y perdida es la que provoca mayores actos de amor al Pastor. Así es Dios para con nosotros. Somos perennemente buscados por el Amor de Misericordia. Dicho amor, no humilla sino que enaltece, eleva de la opresión de las cosas y de las funciones, a la libertad de la relación amical, de la pertenencia leal y fiel.
Si te reconoces como una oveja descarriada y desorientada, o como el hijo dilapidador de bienes... DÉJATE ENCONTRAR!!!
Si te ocurre de encontrarte con personas desubicadas en sus vidas, abandonadas en su soledad mendigantes de escucha y de cariño, ... sal al encuentro de dicha necesidad. Sin duda alguna, el Dueño de la Mies habrá hablado con claridad en el locutorio de tu vida.
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