sábado, 24 de mayo de 2008

la Auxiliadora de Don Bosco, Madre de la Iglesia y Auxilio de los cristianos

Ante la Imagen de María Auxiliadora en su santuario de Turín en Italia, quedamos estremecidos y contemplamos la maravilla anunciada en los Evangelios y en toda la Escritura del cumplimiento de todas las promesas de Dios al Pueblo de Israel prolungadas en la vida y en la historia de la Iglesia de Jesucristo.

En la Liturgia de la Solemnidad de hoy, la Escritura nos presenta las escenas tremendas del Apocalipsis donde se da la gran Batalla entre el Dios y sus Ángeles contra la Serpiente Antigua, el Dragón que simboliza todas las representaciones del Maligno (Satanás) que bajo tantos y diversos trajes habrá de representarse a lo largo de la historia de los hombres para seducirlos y oponerlos a Dios.

La Mujer vestida de Sol que luce esplendente es la Iglesia que a lo largo de los siglos es asistida por el poder de Dios y logra evitar el ataque del Mal. De ella, la Icona más emblemática es María.

Por María, la Iglesia reconoce las huellas de su propio peregrinaje en la fe y aprende de Ella a discernir la verdadera voluntad salvífica de Dios de aquellas insinuaciones inoculadas de vanagloria, de autosuficiencia, de arrogancia que provienen del Maligno.

La Iglesia ve en María el modelo de una auténtica combatiente en la fe y visualiza la realización de su propia identidad filial. Por ello que la Iglesia se acoge a la intercesión y protección de María santísima y la invoca afectuosa y confiadamente como Auxiliadora; porque sabe que no hay nadie más en el mundo presente, pasado y en el que vendrá, capaz de comprender, discernir, querer y actuar con especial eficacia la liberación que trae la salvación de Dios. Salvación ocurrida en la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María.

Mirando a María comprendemos que la belleza de esta única vida que cada uno de nosotros posee, adquiere un valor exclusivo y absoluto solo si es comprendida desde la plena comunión con Dios Padre, con Dios Hijo Jesucristo y con Dios Espíritu Santo.

Es decir, una vida plena es digna de ser vivida y gozada solo y sobre todo si admitimos que nuestro paradero final no es la muerte sino la VIDA! y esta vida así como la ofrece Dios: plena comunión personal con Él. Con Él que es en sí mismo FAMILIA, AMISTAD PLENA Y PERENNE así como lo hemos celebrado el Domingo pasado durante la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

Cuando el Señor Jesucristo reveló cómo era Su Familia, aquella divina, lo hizo empleando la memoria religiosa de su pueblo. Israel aprendió a conocer a Dios como su Padre; y Jesús alude a este Padre mirando toda la creación, su belleza, su sometimiento al hombre y a todas las razas y civilizaciones de la tierra a través de los siglos. Dios es Padre que es principio de la vida y nunca su negación.

Cuando se presenta a sí mismo, lo hace con la actitud de quien se sabe íntimamente HIJO y expresa su amor en actos de obediencia, de resolución enérgica para obrar el bien para sí mismo, para los demás, sobre todo si desventajados, pobres o en culaquier necesidad. Para el Señor Jesús, expresarse Hijo del Padre significaba actuar con misericordia. Misericordia que no excluye sino que supone la justicia, la igualdad de oportunidades, la necesidad de crear las situaciones concretas donde cada uno pueda expresar su propia y personal palabra de sentido y de realización en el amor.

Cuando, finalmente, completa su "revelación" de Quién es Dios ante los hombres, nos presenta al Espíritu Santo, el ruah -soplo vital, que significa la plena concordia, entendimiento y correspondencia que hay entre el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo expresa Dios en su íntima y plena comunión de amor. Comunión que no significa anulación del diverso, del otro que es diferente. El Dios de los cristianos es un Dios que es Familia donde cada Persona es sí misma sin oponerse a lo que tienen en común: el Amor.

Nosotros individualmente y como sociedades y naciones somos IMAGEN DE ESTE DIOS. Con la libertad que estamos dotados, tenemos delante la posibilidad de realizar acciones que hagan de este mundo el preludio de la comunión en el amor. El Maligno, aquél que siempre ha sentido envidia del Amor Revelado, pretende una y mil veces que la arrogancia, la vanidad y el desenfreno son los carriles del verdadero desarrollo humano. Esto es confusión, es error.

Sólo el Amor traducido en estilos de vida organizados en el ejercicio de la justicia, de la solidaridad producirán frutos de paz y dará espacio de realización a todo hombre y a toda mujer en este mundo.

Sólo el Amor acogido en la revelación de Jesucristo y testimoniado en y por la Iglesia dará a los hombres la justa medida de sus afanes. La tierra, la historia y las vicisitudes personales son preparación, ejercitación de lo que seremos definitivamente en Dios luego de nuestra muerte. No caminamos hacia la muerte... nos adentramos en la Vida pasando por la muerte. ¡Es tan diferente morir como final de una vida fatigada que morir en vista de una vida renovada!

María Auxiliadora es para nosotros Ancla de fundada Esperanza, es Madre afectuosa y solidaria. Que hoy 24 de mayo podamos enriquecer a María con algunas flores de nuestra propia conversión al amor.

Sea Alabado Jesucristo.

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